GAYS CLUB

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viernes, 25 de noviembre de 2011

El rincón de los cuentos.

La entrada de hoy se la debemos a Sole, periodista de probada experiencia y estudiante para ser escritora, amiga del Club y manchega de pro.
Nos ha pedido que publiquemos un mini cuento suyo. Desde el gays club newsletter deseamos que éste sea el comienzo de una larga serie de publicaciones. Suerte y gracias Sole.

LA LUZ QUE ALIMENTA MI ESPÍRITU .

Las cinco de la mañana. Suenan las campanas. La primera señal. Tengo que levantarme. Estamos en plena recogida de la flor del azafrán. Mi madre ya ha encendido la lumbre y está calentando la leche.
Me hago el remolón en la cama al tiempo que recuerdo que hoy es 2 de noviembre y tengo una obligación primera: atender a las ánimas que el Día de Todos los Fieles Difuntos salen en busca de luz; “si no las iluminas no descansan”, decía mi abuela. Es importante que nuestros muertos queden en paz.
Me gusta ir al campo. Allí todo es fácil, allí se respira paz, allí se respira libertad y hoy tengo una sensación grata de descanso. Estoy tranquilo, sonrío. Parece verano y el frío que, de madrugada, me ata a la cama, no tiene presencia alguna en la habitación que comparto con mi hermano.
Ya ha pasado un cuarto de hora. Suena la segunda señal. Me levanto. Me dirijo hacia la cocina y veo a mi madre de espaldas. No se da cuenta de que estoy detrás. Le doy un beso en la cabeza y me embriaga su olor a cariño.
Salgo al patio y la noche se me hace día. Brillan tanto las estrellas que parecen soles. Hay una luz intensa que no puedo dejar de mirar. Me encuentro tan bien que casi se me olvida que voy desnudo. Por pudor, no por necesidad, corro a vestirme.
Suena la tercera señal. Llamo a mi madre, llamo a mi hermano; pero no responden. Han debido de marcharse; así que tiro del portón y voy hacia la iglesia.
En el templo huele a naftalina. Hoy todas las mujeres del pueblo han recuperado sus chales y los hombres sus abrigos. Cristianos practicantes, y otros no tanto, se dan cita para encender la luz que sus ánimas reclaman.
Entre el bullicio busco a los míos. De repente me ciega la cristalera del altar en la que tan sólo se intuye el perfil de una Virgen. Me dirijo hacía allí y me parece ver a algunas de mis ánimas.
Sigo andando. A cada paso más luz, a cada paso más paz, a cada paso más libertad. Estoy como hubiera deseado estar. Me detengo atraído porque un olor dulce, a cariño. Descubro a mi madre postrada ante el altar. Poso mi mano en su hombro. No responde. Prende una cerilla y con ella da luz a una vela que ilumina mi espíritu y con él … mi descanso eterno.

Noviembre de 2011.
Sole.

3 comentarios:

  1. Ayyyy! Es muy "The others" !!! ... Mola Sole !! Queremos más !!!
    Besos ...
    MIGUEL.-

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  2. ¡¡¡me ha encantado!!! muy bien
    Gracias Sole por la historia, así da gusto.
    besos
    Charo

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  3. Siempre me han gustado los relatos con ese olor a pueblo que me encanta. Gracias por compartir tu imaginación con nosotros.
    Un beso.
    Roberto Mercurio

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